Podilê

Este blog é um diário das minhas intempéries.

segunda-feira

Morir o no morir de amor


" La casualidad quiso que Rocinante tomase por una vereda que en dos por tres los llevó, al través de un montecillo, a un verde y fresco prado por donde corría un arroyuelo, después de caer a lo largo de una roca. El sol iba a ponerse tras los montes, y sus últimos rayos, hiriendo horizontalmente los objetos, iluminaban la cima de los árboles. El murmurio del arroyo que en cascaditas espumosas no acaba de desprenderse de la altura; el verde obscuro del pequeño valle, donde tal cual silvestre florecilla se yergue sobre su tronco; el susurro de la brisa que está circulando por las ramas; el zumbido de los insectos invisibles que a la caída del sol cantan a su modo los secretos de la naturaleza, todo estaba convidando al recogimiento y la melancolía, y D. Quijote no tubo que hacer el menor esfuerzo para sentirse profundamente triste."

Juan Montalvo: Capítulos que se le olvidaron a Cervantes (1870).